Una expresión muy extendida entre mis colegas docentes es la siguiente: «La educación tiene que evolucionar, tiene que cambiar. Pero yo no puedo cambiarla sol@ y el ministerio no ayuda nada».
En un 20%, comparto estas palabras. En un 80%, no. Tienen mucha razón cuando dicen que el ministerio no facilita las cosas. Yo me atrevería a decir que las complica cada vez más. Siempre he sido de la opinión de que en cualquier ámbito, la política pone más trabas que puentes. Y en la educación, donde cada vez que cambia el gobierno cambia la ley, mucho más. Todos los docentes deseamos que, para bien o para mal, exista un pacto que regule la estabilidad de unas leyes y las posibles adaptaciones.
El 80% con el que no estoy de acuerdo, hace referencia a algo muy simple, como el título que arropa estas líneas: si algo no te gusta, empieza por cambiarlo tú. Creo que todos podemos empezar a cambiar la educación desde nuestras aulas. Aunque sea poco a poco, todos tenemos esa oportunidad de salirnos de la norma, de lo establecido como habitual.
Yo empecé ese cambio que yo demandaba: me centraba más en las personas que en los expedientes. Siempre he creído y creeré que la persona es lo que realmente importa en la educación, independientemente de si saca un 4 o un 8 en la asignatura que sea.
Para no extenderme mucho, os invito a que escuchéis un pequeño resumen de mi historia docente en la sección de podcast: https://strangerskills.com/podcasts